viernes, 2 de mayo de 2014

RETIRO PASCUAL. P.Sanín Dávila


Sor Engracia, Sor Imelda, Sor Irene, Sor Modesta, Sor Clara, M. Esther, P. Sanín

¡La alegría que comunica el Resucitado!

Después de haber celebrado, exultantes de gozo con toda la Iglesia, la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte, hemos venido desde las diversas casas ubicadas a lo largo de la República: desde la fronteriza Ciudad Reynosa, de la capitalina Toluca, de la petrolera y turística Ciudad Madero, así como la ciudad patrimonio de la humanidad san Luis Potosí, también del “pueblo mágico”: Lagos de Moreno; desde el corazón del estado Tamaulipas: Ciudad Victoria; mencionando por último a las hermanas de los monasterios de la capital regiomontana: Monterrey.



Los ejercicios espirituales se realizaron desde el lunes 26 hasta el viernes 25 de abril. Más de medio centenar de religiosas nos dimos cita para meditar, orar y reflexionar en “el día en que actuó el Señor”, la octava de Pascua, siguiendo la escuela de san Juan Eudes, en la considerada “casa madre” de la Federación Mexicana de la Orden de Nuestra Señora de la Caridad del Refugio.



Fue una gran oportunidad para volver a encontrarse con Dios en el silencio, en la liturgia celebrada, en el compartir fraterno, en la belleza de la naturaleza y del clima propio en esta primavera: días calurosos, pero mañanas y tardes frescas.

Nuestro retiro 2014 tuvo dos grandes momentos: las jornadas matutinales la prédica fue a cargo del padre diocesano, Juan Ángel Acosta, párroco de Corpus Christi en Monterrey, quien nos compartió algunas pautas y reflexiones a partir del documento “Alegraos, en el que el santo Padre Francisco reflexiona sobre el significado que tiene para la Iglesia la vida consagrada. ¡Fabuloso documento! Por las tardes, la predicación la dirigió el eudista P. Sanín Dávila, responsable de la formación eudista en México D.F. Desde los motivos que daba san Juan Eudes para vivir en “un retiro permanente” hasta las acciones concretas que se realizan para dar el valor y la dignidad a la mujer, intuición presente en el santo normando y que la Orden, hoy día continúa. ¡Cuánta actualidad el mensaje de nuestro padre fundador!




Hay que anotar, que nuestro apostolado y vida consagrada, se fundamentan en la comunicación del Buena Noticia que es Cristo Resucitado, que da vida nueva a la humanidad y que nosotras expresamos y detallamos en gestos de acogida, formación, valoración y promoción de las mujeres y niñas en alto riesgo de vulnerabilidad. “El amor no dice basta” y en esto, somos deudoras de la entrega generosa de Cristo, que nos amó sin medida.
A ejemplo de Jesús, que restituyó y dio un valor preminente a las mujeres, marginadas en su época, pedimos al mismo Señor nos conceda hacer viva esta gracia de la cual somos participes. Llenas las lámparas con el aceite, enriquecidas por la acogida fraterna, y el compartir con las hermanas, hubimos de volver a nuestras casas, buscando superar nuestras debilidades humanas, fortalecidas por las enseñanzas de san Juan Eudes, unidas por la oración en la misión y con la certeza que Dios nos ha llamado para continuar en la edificación del Reino.



Plegaria a lo largo del tiempo en perseverancia.






V.J.M.

Una religiosa de la Orden de Nuestra Señora de la Caridad





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