martes, 23 de junio de 2015

García-Herreros se vuelve mosaico

Mientras llega a los altares –la silenciosa causa está en marcha- el padre Rafael García-Herreros,
tendrá pronto el mosaico de cara más grande del mundo: 80 metros cuadrados.

Desde el martes 16 de junio, en la plazoleta del Minuto de Dios, el presbítero eudista se vuelve mural de la mano de su creador, el mosaiquista Iván Darío Gil Bolívar, un tauro modelo 49.

El “nihil obstat” pertinente fue impartido por el padre Diego Jaramillo, devoto sucesor de García-Herreros al mando de la Fundación que tiene el programa de televisión más viejo del mundo: El minuto de Dios que ya cumplió 59 años al aire con solo dos directores: los curitas mencionados. Un claro milagro es que el espacio no aburre.

Tanto el padre Diego como el artista Gil Bolívar son paisanos de Yarumal, Antioquia. De hecho Gil se proclama simplemente como un “dibujante yarumaleño” que nunca estudió el arte del mosaiquismo. Eso sí, estuvo una mínima temporada en un taller en Rávena, Italia, la mata del oficio, aprendió rápido y volvió a casa.

Le llovió del cielo esa habilidad en un milagro que también podría invocarse para que la causa del padre García-Herreros camino de los altares no tarde tanto. Lo cierto es que ni el fallecido presbítero que se inventó el banquete del millón hace 53 años para meterles la mano al dril a los de arriba, ni su sucesor, el diminuto Padre Diego, tienen prisa.

La idea es que cuando el feligrés, turista, caminante, creyente, ateo, lo que sea, llegue a la plazoleta de la ciudadela del Minuto, lo primero que vea sea la sonrisa enigmática, de Mona Lisa con sotana, del hombre que patentó acaso la frase más famosa de Colombia: “Dios mío, en tus manos colocamos esté día que ya pasó, y la noche que llega”.

El telepadre, como lo bautizó Klim, hizo de la caridad y de la educación el caballo de Troya de su viaje a Itaca que terminó en plena banquete del millón que seguía por televisión. O sea que murió en su ley mirando una versión más del dichoso banquete que les abre el apetito a los asistentes para ir a cenar a otra parte.

Los historiadores del Minuto admiten que el banquete fue un plagio de los famosos que los políticos solían hacer en el Salón Rojo del Hotel Tequendama, por donde pasaba el matutino y el nocturno del “mermelismo” criollo que antes se llamaba distinto.

En tamaño, el mosaico de cara del padre Rafael, responsable de la entrega del capo Pablo Escobar, dejará atrás el más grande del mundo que hay en la actualidad, de 40 metros cuadrados. También es obra de Gil Bolívar. Es del padre Marianito Eusse y está a la entrada de su pueblo, Angostura, a un rosario de Yarumal.

Hasta allá fue el padre Diego a conocerlo. En el camino, Gil, quien lo acompañaba, le propuso hacer otro mosaico, este de García-Herreros, su padrino de sacerdocio. La respuesta tardó pero ahora todo marcha: ”Habremus mosaico”.

Y como Gil Bolívar es un católico de amarrar en el dedo gordo, de misa y comunión semanal, también ha hecho el mosaico de Santa Laura, en Jericó. Y el de otro santo, pero laico: el expresidente Marco Fidel Suárez. Lo ven todos los días los usuarios del metro de Medellín en la estación de Bello, su ciudad natal.

Este mural perpetuó un famoso trabajo de Ricardo Rendón, el caricaturista de los caricaturistas. “Todos tenemos algo de Rendón”, ha dicho uno de ellos, el maestro Elkin Obregón, desde su refugio de anacoreta urbano en Medellín.

Pero no se quedará aquí el arte mosaiquista del yarumaleño Gil Bolívar, un hombre locuaz y tímido al mismo tiempo, que ni siquiera tiene redactada hoja de vida: ya tiene el visto bueno del pintor Fernando Botero para construir otro mosaico, en la plazoleta de su nombre en Medellín. El Club Rotario, de la capital maicera, al que pertenece Gil, se ocupará de la carpintería (financiación) de este mural.

Gil Bolívar, de indudable parecido con el expresidente Guillermo León Valencia, hasta el punto el que en Popayán no le cobran el taxi, siguió adelante con su idea de volver mosaico a Botero y finalmente la arrancó el sí de las casadas para el mural de cara.

Mientras le llega la ocasión a este mosaico, que será grande, como las obesas del pintor, Gil ya volvió mosaico una obra de Botero que aparece en la novela del hombre fuerte de San Bernardo del Viento, Juan Gossaín, La balada de María Abdala. Está en Fizebad, un centro de convenciones al oriente de Medellín. Botero visitó ese idílico lugar alguna vez pero cuando estaba a dos metros de verse convertido en mosaico, el azar barajó raro y se lo llevó para otra parte.

Alguna vez, Gil, enemigo de hablar de política, de fútbol y de religión, le propuso a la familia Galán Sarmiento hacer un mural del líder sacrificado y le envío la propuesta integral. A cambio recibió un rotundo silencio. No tira la toalla.

Con el tiempo y un palito piensa hacer en el aeropuerto Eldorado otro mosaico con otros líderes políticos sacrificados: José Antequera, Bernardo Jaramillo y Carlos Pizarro León-Gómez.

Para pagarle a su pueblo el favor de dejarlo nacer en su territorio donde su padre era el encargado del bello oficio de apagar y prender la luz y cobrar por el consumo, el artista hizo un mural con las seis figuras más representativas : el padre Marianito, el que es caballero y santo repite mosaico, Epifanio Mejía, autor de la letra del himno antioqueño, Francisco Antonio Cano, pintor, Rubén Piedrahita Arango, vicealmirante, miembro de la Junta Militar que remplazó a Rojas Pinilla, Gil J. Gil, médico, y el fotógrafo Benjamín de la Calle.

¿QUE ES UN MOSAICO?

El padre Francisco Eduardo Toro Betancur, se deja venir con la explicación:”Así como se pueden representar figurar y formas, paisajes y animales, lápices y tintas, también pueden hacerse con teselas (cubitos) de mármol, piedra, “ceramita”, azulejos, hueso a vidrios esmaltados”.

Y agrega: “Un mosaico es, pues, un mural hecho con trocitos de materiales duros. Un pico recubierto de baldosas es un mosaico. Pero el mosaico artístico se hace con teselas de un centímetro cúbico. Cuando están pegados a un muro se llaman mosaico mural”.

El padre Toro recuerda que Gaudi, el renombrado arquitecto catalán “hacía mosaicos quebrando platos de loza decorados con dibujos o coloreados”.

Por Óscar Domínguez G.



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