viernes, 11 de septiembre de 2015

Jubileo de oro de la Parroquia San Juan Eudes (Minuto de Dios)

Siete semanas de años han pasado en la parroquia al servicio de la comunidad. El primer párroco fue
el Siervo de Dios Rafael García Herreros.


Con la presencia del Obispo de la Diócesis de Engativá, Monseñor Francisco Antonio Nieto Súa, el Obispo Emérito, Monseñor Héctor Luis Gutiérrez Pabón, el Padre Salomón Bravo Molina Cjm, párroco de San Juan Eudes, el Padre Diego Jaramillo Cjm, Presidente de la Organización Minuto de Dios, el Padre Raúl Téllez Cjm, Provincial del Minuto de Dios, sacerdotes y diáconos Eudistas, sacerdotes diocesanos, y la feligresía en general, se celebró la Eucaristía por la conmemoración de los 50 años de haber sido erigida la parroquia San Juan Eudes del Barrio Minuto de Dios.

Precisamente hace 50 años, el cardenal Luis Concha Córdoba, arzobispo de Bogotá por el decreto 301 constituyó parroquia con el patronazgo de San Juan Eudes, fundador de la Congregación de Jesús y María (Padres Eudistas) y el 17 de septiembre del mismo año nombró como primer párroco al padre Rafael García Herreros.

Antes de iniciar la eucaristía, Monseñor Francisco, expresó con alegría y emoción, el poder participar de esta celebración, recordando su cercanía con los Padres Eudistas, en especial con el padre Jairo Gallego Cjm, quien fue el segundo párroco, después del padre Rafael García Herreros. Igualmente reconoció su cercanía con el padre Diego Jaramillo Cjm, a quien respeta y considera como un padre espiritual. Igualmente mencionó que así como la parroquia San Juan Eudes cumple 50 años, próximamente algunas parroquias de la diócesis estarán en las mismas celebraciones y que para él ha sido un privilegio estos acontecimientos, ahora que es el obispo de esta jurisdicción eclesiástica.

Monseñor Francisco Nieto expresó en la homilía, que las lecturas permiten comprender lo que Dios ha realizado y realiza en esta parroquia, al inicio es simplemente un lote, un terreno y se comienza a trabajar de la mano de las personas que con tesón y sabiduría, Dios suscita en su providencia, pues las cosas se hacen nuevas y se proyectan con una dimensión, que en este momento todos admiramos.

El profeta Ezequiel en la primera lectura nos insiste en lo que significa el pastoreo de Dios. En los profetas encontramos particularmente ese llamamiento que nos hace el Señor a comprender su delicadeza, su presencia y al mismo tiempo, la seguridad frente a los temas difíciles que normalmente se nos presentan como seres humanos. El profeta Ezequiel nos asegura que es el mismo Dios quien nos pastoreará, que Dios mismo nos acompañará, que es Dios mismo, quien en los momentos de mayor oscuridad está presente y que por lo tanto como el salmista hace eco, nada podremos temer, nada nos puede faltar. En esta visión, podríamos recordar muchas cosas de las dificultades propias de un proceso que se vive normalmente en una situación parroquial, y los dolores mismos que siguen pasando, porque no hemos llegado a la plenitud, solamente tenemos que decir que las maravillas de Dios se han manifestado generosamente a través del tiempo y en esta parroquia tras sentir la presencia del Pastor bueno, del Pastor único, del Pastor maravilloso, que ha manifestado su delicadeza y esa ternura para con sus ovejas, en una presencia que se ha hecho vida a través de muchas cosas.

Esta eucaristía que es acción de gracias, va dirigida al Dios bondadoso, que ha hecho posible una comunidad con unas proyecciones que todos admiramos, y que ante todo ese pastoreo de Cristo el Señor, de preocuparse por aquellos que sufren, mostrar con esperanza las realidades nuevas, que Él mismo va ofreciéndonos, y que a través de unas personas concretas y especialmente, quisiera subrayar la participación de un laicado que va haciendo nacer otras realidades, otros compromisos, pero siempre desde esa perspectiva de un Dios cercano, de un Dios maravilloso, que nos invita a todos a realizar esa tarea, de hacer presente su amor, pues no se tiene otra tarea en definitiva, que hacer presente el amor de Dios.
Celebrar las maravillas que Dios ha realizado, celebrar y agradecer por estas personas que el Señor ha suscitado, celebrar los compromisos de unos fieles cristianos que a través de múltiples maneras hacen presente ese amor de Dios, y en fin de cuentas, proyectarnos hacia un futuro, como debe serlo en las actividades cristianas, un futuro que más que una realidad, que un concepto filosófico, o que un concepto temporal, es la eternidad, eternidad que ha comenzado y eternidad que se construye, y eternidad en definitiva, que se realiza, gracias a ese mismo amor del Señor.

En la presencia de una parroquia, es inevitable hacer memoria de tantas cosas maravillosas que quedan allá en la grandeza de la sabiduría de Dios, que se han realizado a través de los distintos grupos, los distintos apostolados, las distintas realidades que han surgido, ese misterio del amor de Dios que se hace presente, la delicadeza de un amor que llama ante todo a realidades nuevas. Al terminar quisiera hacer una súplica, para que desde esta perspectiva, sintamos nosotros cuantas cosas quiere hacer Dios, cuando en la docilidad de su voluntad, buscamos ser fieles a lo que Él nos va pidiendo, y suplicar porque es una obligación sentirlo en este momento, pedirle al Señor, que su primer párroco, el siervo de Dios Rafael García Herreros, en la bondad de Dios y si es su voluntad, cuanto antes esté en los altares.

Finalmente el padre Salomón Bravo Cjm, manifestó un saludo de agradecimiento a Monseñor Francisco Nieto y a Monseñor Héctor Gutiérrez, al padre Diego Jaramillo Cjm, al padre Jairo Gallego Cjm, y a todos los demás presentes, por su participación en esta celebración.





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