lunes, 26 de octubre de 2015

El cura que pide correr contra el sida

La vocación del padre Bernardo Vergara

Ha trabajado 27 años con personas diagnosticadas como VIH positivo. La idea es que la sociedad sea consciente del problema y para ello está impulsando la primera carrera contra la enfermedad.

El padre Bernardo Vergara, director de la Fundación Eudes, en la sede del barrio La Castellana. / Gustavo Torrijos

Lleva 27 años trabajando en la Fundación Eudes. ¿De dónde nace ese llamado por ayudar a las personas diagnosticadas con VIH?

Estaba visitando a una señora que se encontraba enferma en el hospital San Juan de Dios. Eso fue hace 27 años. En ese momento escuché un grito que venía de la sala en la que atendían a las personas con VIH y me acerqué a la señora que gritó. Me dijo que había sentido un viento que venía de aquella sala y que creía que se había infectado. Era una época en la que se ignoraba sobre el tema, pero para mí ese fue el “grito de Dios”, porque si no hubiese sido por ella no habría llegado a ellos.

Para ese entonces, ¿qué tipo de personas trataba?

En esa época el sida era todo un fenómeno de rechazo y temor. Eran personas que estaban vinculadas al ejercicio de la prostitución, entonces los primeros lugares que visité fueron las residencias en las que ellos vivían, en el centro de la ciudad, porque no tenían a dónde ir después de salir del hospital. Yo los cuidaba. Después fue creciendo el compromiso y pedí una casa prestada. Luego asumí una deuda con el banco y compramos una casa. Pero la necesidad de crear la fundación se hacía más evidente.

¿Cómo hizo para armarse de valor y trabajar con ellos?

Hay un valor muy grande que le pido a Dios y es la inocencia. Cuando uno es inocente actúa; ahora no lo soy, porque me he capacitado, sé sobre el tema, pero la inocencia es un regalo, porque actuamos sin miedos ni prejuicios y ellos abren su corazón para que nosotros los acompañemos en este largo proceso.

Muchas personas han pasado por su fundación. ¿Cuál es el caso que más recuerda?

No he podido olvidar la mirada de la primera persona VIH positiva que conocí. Era un muchacho de unos 19 años que estaba en el San Juan de Dios.

¿Qué ha logrado la fundación en estos 27 años?

Enseñar a la gente a vivir con el virus, a darle un hogar que le permita vivir con lo necesario. Pero ahora nos preparamos para algo aún más grande: el próximo 6 de diciembre realizaremos la primera carrera contra el sida en Colombia. La idea es hacer un llamado a no bajar la guardia, porque el problema aún existe y es algo a lo que debemos ponerle la cara. La gente se puede inscribir en la maratón a través de la página de la Fundación Eudes.

¿Cómo es vivir en Colombia con sida?

El sida de ayer no es el sida de hoy. Hoy se muere con sida, pero no de sida, o sea, la enfermedad está ahí, pero ya hay esperanzas de vivir con ella, hay medicamentos que la tratan, hay más socialización.

La comunidad científica ha hablado de la llegada de la vacuna contra el sida en 2016. ¿Tiene confianza en la vacuna?

La vacuna es un instrumento, pero no garantiza la erradicación. La esperanza de la fundación no está puesta en la vacuna, sino en la concientización de las personas, porque el sida, más que una enfermedad, es un fenómeno, entonces la persona VIH positiva se convierte para la humanidad en un punto de reflexión.

Es contador público. ¿Dónde halló la vocación del sacerdocio?

Inicialmente estudié unos semestres de ingeniería civil, pero tuve un percance de salud. Dios me dio tres riñones, así que me tuvieron que suspender uno. Luego me presenté a varias universidades. De hecho, me hubiese gustado estudiar en la Nacional o la Distrital, pero hice mi carrera con los padres jesuitas en la Javeriana y allí inicié los grupos de oración. Mi familia ha sido el motor para estar donde estoy, siempre estuvieron presentes el valor de la humildad, el compromiso con los otros.

¿Alcanzó a conocer al padre Rafael García Herreros?

Sí. Viví 17 años con él. Era un santo y el señor me dio la gracia de iniciar el proceso de beatificación y canonización en la Conferencia Episcopal. Llegué al Minuto de Dios por una amiga de la universidad y conocí al padre García Herreros. Él se sentaba en la plazoleta del barrio y yo me quedaba mirándolo por un buen tiempo. Nos hicimos muy buenos amigos, tanto que me hospitalizaba con él.

¿Qué fue lo último que él le dijo?

Me dijo: “Ve al banquete”, porque yo no tenía ganas de ir. Cuando estábamos en la ceremonia llegó la noticia de que había fallecido.

¿Qué significó para usted la llegada del papa Francisco al Vaticano?

Creo que él es un pregonero de la misericordia de Dios, enseñando a verbalizar la misericordia. Por eso creo que hay que disfrutarlo, leerlo.

¿Un versículo que lo acompañe?

Juan 3:16: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”.






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