viernes, 20 de noviembre de 2015

21 de noviembre: La Presentación de la Santísima Virgen María

LA PRESENTACIÓN DE LA VIRGEN MARÍA

Fecha conmemorativa para san Juan Eudes y la Familia Eudista

El 21 de noviembre la Iglesia celebra la memoria obligatoria de la Presentación de la Santísima Virgen María. San Juan Eudes, maestro apasionado por la madre de Dios exhorta a celebrar esta importante conmemoración en la cual invita a los Padres Eudistas a renovar solemnemente en comunidad las promesas sacerdotales, recordando la entrada de la Niña María al Santuario, y propone la siguiente reflexión:

REFLEXIÓN

Como Dios tenía su morada más particularmente en el santuario del templo de Jerusalén, así el Corazón sagrado de la pequeña María es desde ahora un santuario en el que la Santísima Trinidad fija su residencia más santa y agradablemente que en este antiguo santuario; y su cuerpo virginal es también un santuario en el que habitará pronto corporalmente toda la plenitud de la Divinidad.

Y su Corazón y su cuerpo serán un maravilloso santuario que quedará dedicado y consagrado por la
entrada y permanencia en él del soberano Pontífice, el cual no solamente entrará una vez al año para estar en él una hora de tiempo, sino que morará nueve meses en este cuerpo inmaculado y siempre en este Corazón sacratísimo en el que está ya y del que jamás saldrá.

Quiere Dios que esta pequeña Virgen no solamente entre una vez al año en el Sancta Sanctorum como el gran sacerdote, sino que sea más privilegiada que los más grandes sacerdotes, teniendo poder de entrar todos los días y morar en él cuanto tiempo quiera por largo que sea, para darnos a entender que, aunque no tenga ella el carácter sacerdotal, tiene, no obstante y eminentemente, su poder, su espíritu, su gracia y santidad, puesto que pronto formará con su purísima sangre el cuerpo adorable de Jesús y estando al pie de la cruz, ofrecerá este sagrado cuerpo y esta preciosa sangre en sacrificio al Padre eterno para su gloria y para la salvación de los hombres.

He dicho eminentemente, porque ella es el manantial, después de Jesús, de todas las gracias que van adheridas al sacerdocio y proceden de él y tiene ella más santidad y poder cerca de Dios que todos los sacerdotes juntos, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento.

(La infancia admirable de la Santísima Madre de Dios, Cap. 30).





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