lunes, 1 de febrero de 2016

¿Cómo vivir el mes para formar a Jesús en mi corazón? - San Juan Eudes


 El retiro mensual, la meditación para alabar y bendecir al Señor y la ayuda de un santo son fundamentales para vivir el mes con Jesús.

Iniciamos un nuevo mes de la mano del Señor y san Juan Eudes nos propone (Vida y Reino, Cuarta parte) algunos aspectos que son necesarios tener presentes para formar a Jesús en el Corazón. En eudistasminutodedios.org los reproducimos algunos apartados:

“Debemos tener en alta consideración el primer día de cada mes. Miremos, pues, el primer día como si fuera el primero de nuestra vida y entremos en él con renovado deseo y resolución de servir y amar a Dios perfectamente y de emplear este mes en su servicio y gloria, considerémoslo como si fuera el último mes de nuestra vida…

Consagremos el primero y el último día de cada mes a la honra del primer y último día de la vida de Jesús, como se dijo antes acerca del primero y del último día de cada año, de este modo comenzaremos y terminaremos nuestros años y nuestros meses unidos a Jesús.

Para tal efecto puedes servirte, al comienzo y al fin de cada mes, de los mismos ejercicios propuestos para principiar y terminar el año.”

Retiro mensual

“Además del retiro anual, es algo muy bueno elegir un día cada mes, para renovar y acrecentar en nosotros los buenos sentimientos, deseos y decisiones tomadas en el retiro anual, para reparar las faltas cometidas durante el mes, con relación al servicio y al amor de Dios, y entregarse a Dios ese día y hacer todas las acciones ordinarias con mayor atención y perfección que de costumbre y para hacer este día los ejercicios de alabanza y amor a Jesús con más cuidado y fervor.

Con este objetivo presento a continuación diversos ejercicios de alabanza, de gloria y de amor a
Jesús, que pueden servir en este día de retiro unos u otros, según la gracia que Dios conceda. Para que te animes y de enciendas en alabar y en amar a Jesús, conviene que este día te tomes un tiempo para que consideres atentamente lo que te propongo en la meditación siguiente:

Meditación para estimularte a alabar y bendecir al Señor:

  1. Considera que Jesús es infinitamente digno de toda alabanza, de toda gloria y de toda bendición por infinidad de razones. El merece alabanzas infinitas por todo lo que él es y por todo lo que él hace con relación a su Padre Celestial, a quien glorifica y ama infinita y continuamente de eternidad a eternidad, por todo lo que es en sí mismo, en su divinidad, en sus divinas perfecciones, en su persona divina, en su humanidad sagrada, en su cuerpo, en su alma, en todas las partes de su cuerpo y de su alma, cada una de ellas, aún la más pequeña, merece una alabanza infinita, en todos sus estados y misterios, en todas sus cualidades y ocupaciones, en todas sus palabras, pensamientos, acciones, y sufrimientos, en todas sus virtudes, en todo lo que hay en él, de lo cual lo más insignificante es digno de alabanza, y, aunque todos los Ángeles y Santos estuvieran toda la eternidad ocupados en alabarlo y glorificarlo, no podrían darle la gloria que merece. El merece una alabanza inmortal por todo lo que es y por todo lo que hace con relación a su Espíritu Santo, a su Madre Santísima, a sus Ángeles y Santos, a todos los hombres, a todos los cristianos y a todas las criaturas de la tierra y aún del infierno, porque él no merece menos alabanzas por los efectos de su justicia que por los de su misericordia, pues todo lo que está en él y es de él es igualmente santo y adorable. Cuántos motivos y razones para bendecir y glorificar a este adorabilísimo y amabilísimo Jesús. Pero recuerda que debes estar más motivado a alabarlo y a amarlo por lo que es con relación a su eterno Padre, a su Espíritu Santo, que por lo que es y hace con respecto a ti y a las otras creaturas, pues el interés de Dios debe ser para nosotros infinitamente más apreciado que el nuestro. 
  2. Considera que estás en el mundo solamente para glorificar y amar a Jesús. Que para esto tienes una infinidad de obligaciones particulares en razón de todas las bendiciones que te ha dado. Esta es tu principal, más aún tu único cuidado y preocupación: 

  • Toda tu vida debe ser un continuo ejercicio de amor y de glorificación a Jesús.
  • Todos tus pensamientos, palabras, acciones y afectos deben tender a esto, todo tu tiempo y todas las potencias y facultades de tu alma y de tu cuerpo debes emplearlas en esto.
  • Sin embargo, en vez de amarlo y glorificarlo, casi no has hecho otra cosa en tu vida que ofenderlo con tus palabras, con tus pensamientos y con tus acciones y con todas las parte de tu cuerpo y de tu alma.
  • Humíllate profundamente delante de él y pídele perdón, y sumérgete en un gran deseo de reparar todas estas faltas y de amarlo y glorificarlo perfectamente de ahora en adelante.

Revisa y haz un examen sobre tu vida, sobre tus acciones y comportamientos:

  • Considera qué hay en ti, en tu cuerpo o en tu alma, qué está poniendo más obstáculo al amor y
    a la gloria de Jesús.
  • Toma una firme decisión de combatirlo, vencerlo y destruirlo al precio que sea.
  • Entrégate a Jesús y pídele que lo destruya con el poder de su gracia y de su amor divino.
  • Después de esto, emplea todas las fuerzas de tu ser en alabar y glorificar al divino Salvador, en la manera que sigue o de cualquier otra manera que él te inspire, sea en alta voz o solamente de corazón, como meditación o elevación interior.
Cada mes pídele a un santo que te ayude a amar a Jesús

La principal oración que debemos hacerle a los santos y a los ángeles y que les gusta mucho y atienden con gusto y escuchan con alegría, es pedirles que amen a Jesús por nosotros y que nos ayuden a amarlo; en esto ellos ponen toda su alegría.

Por esta razón, además de los santos a los que tenemos una devoción especial en nuestra vida, hay una práctica muy santa que consiste en tomar un santo cada mes y pedirle todos los días que él ame a nuestro Señor por nosotros, que nos ayude a amarlo y que se sirva de nosotros para amarlo y glorificarlo, que él supla las faltas contra su amor que cometemos durante el mes, y que nos una al amor que él le tiene y también que nos ayude a amar y a glorificar a nuestro Señor con este mismo espíritu, para unirnos a las alabanzas que él le da y para imitar las obras y las virtudes que él practicó para su gloria.

Que el Señor nos permita reproducir su vida en nuestra vida.







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