miércoles, 6 de julio de 2016

San Juan Eudes, un hombre espiritual de oración y compromiso

La espiritualidad propuesta por san Juan Eudes es ante todo un sistema de valores enfrentados
a ciertos antivalores en boga. En cuanto tal, sólo posee una existencia virtual, que se actualiza en la medida en que cada quien la expresa en obras convincentes y coherentes.

Aún las espiritualidades más elevadas, si no son permanentemente reinventadas por una tradición viva, se oscurecen y degeneran. Al nacer, alimentan, exaltan, animan, mueven; pero con el paso del tiempo se van adormeciendo e incluso envenenando» (Marcel Legaut, Vivre pour être, Paris, Aubier-Montaigne, 1974, p. 144-145)

En el marco eudista, para que nuestra espiritualidad sea viviente y creadora, la frecuentación de los textos que dejó san Juan Eudes como así también los estudios e investigaciones de orden científico, son absolutamente indispensables para la verdad misma de la experiencia que deseamos descubrir. De esa manera se capta la importancia de no aislar los escritos eudianos de su persona, de su vida y de sus actividades, y pasar de la palabra al ser, utilizando los instrumentos de conocimiento que poseemos hoy, con la intención de buscar a ese ser humano que se llamó Juan Eudes y su experiencia espiritual, detrás de sus palabras, sus frases y sus conceptos.

Esta búsqueda nos llevará a captar la vena creadora y la fecundidad de su vida interior. Luego tendremos que esforzarnos en acceder nosotros también a su personal experiencia espiritual, revivirla, y, de alguna manera, "recrearla" para nuestro tiempo.

Si procedemos así, Juan Eudes nos conducirá necesariamente al Evangelio y a Jesús. Este modo de buscar y descubrir la experiencia para poder nosotros acceder a ella, hacerla revivir y recrearla, no es nuevo. Lo es de todos los tiempos y también de nuestros orígenes, porque el mismo Juan Eudes nos lo propone con relación a Jesús. Nos basta con ver lo que nos sugiere en Vida y Reino de Jesús en las almas cristianas para convencernos.

Hoy más que nunca se necesitan hombres de oración y adoración, como los que Juan Eudes propone, tan persuadidos de la necesidad de su tarea que, incluso privados de toda posibilidad de acción sobre sus semejantes, sepan responder a lo esencial de su vocación repitiendo a Dios desde los desiertos contemporáneos: “tú eres el que es, nosotros somos los que no somos”. Pero que son también hombre des misericordia y compromiso.

Un nuevo tiempo comienza, nos insiste el papa Francisco. «Jesús quiere vivirlo en mí. No se encerró sino que se mantuvo caminando y viviendo en medio de los hombres. Conmigo él está entre los hombres de hoy… Jesús en nosotros no cesa de ser enviado, a lo largo de este día que comienza, a toda la humanidad de nuestro tiempo, de todos los tiempos, de mi ciudad y del mundo entero». Siempre oliendo a pueblo como ha pedido Francisco.





No hay comentarios:

Publicar un comentario