miércoles, 22 de febrero de 2017

Nelly, un ángel para las reclusas de San Joaquín (Chile)


Una historia de vocación y servicio dedicada a las mujeres olvidadas tras las rejas

PABLO CESIO

“Una mujer es capaz de soportar una condena, pero un niño no es capaz de soportar un abandono”.

Así finaliza la entrevista que La Tercera le realizó a la religiosa Nelly León, la capellana del Centro Penitenciario Femenino de San Joaquín en Santiago de Chile, lugar al que acude de forma regular hace 12 años.

Precisamente, Nelly es la creadora de la Fundación Mujer Levántate, cuyo objetivo es trabajar en la reinserción social de las mujeres que quedan en libertad o que tienen salidas transitorias.

De un tiempo a esta parte esta fundación también está focalizada en hacer visible la desprotección de los niños que quedan solos cuando sus madres van presas.

Pero el trabajo de Nelly en la cárcel durante todos estos años ha sido de verdadero acompañamiento espiritual para las mujeres abandonadas que están cumpliendo su condena.

Ha visto morir a muchas y ha sido testigo de innumerables procesos de cambio propios de personas que deben sobrellevar una dura existencia cargada de discriminación y prejuicios, situación que genera soledad. Para muchas de estas personas ha sido un verdadero ángel.

Nelly ingresó por primera vez a una cárcel cuando tenía 17 años y lo hizo como parte de una actividad estudiantil, algo que la marcaría para su futuro.

“Quedé muy impresionada por cómo vivían los presos y presas. A raíz de eso, pensé en ser gendarme, para trabajar con la gente de la cárcel”, expresó.

Luego de años trabajando en el sector educación un caso de abuso sexual a una niñita a manos de un hombre en el colegio en el que estaba le generó una fuerte conmoción. En su momento denunció el hecho, pero como no era considerado un delito no hubo mayores consecuencias. Desde ese momento, cuenta, empezó a cuestionar su vida, a pensar que quería dedicarse al trabajo por los niños y niñas. Le contó su situación a un sacerdote y fue así que descubrió el llamado a la vida religiosa, ingresó a la Congregación del Buen Pastor y fue ahí que volvió a vincularse con la vida de las mujeres en las cárceles.

En 2005 fue nombrada capellana del Centro Penitenciario Femenino San Joaquín y hasta el día de hoy su misión se encuentra en ese lugar.

“Recuerdo que al llegar me encontré con un hacinamiento terrible. Vivían en indignidad absoluta”, señala.

Pasaron los años y una de las cosas que aprendió a observar es cómo muchas mujeres reinciden una
vez que quedan en libertad, algo que hoy en día puede ser contemplado por la fundación que dirige, considerado uno de los grandes logros en el trabajo con estas mujeres.

Incluso, en 2008, se reunió con la presidenta de Chile, Michelle Bachelet –durante su primer mandato-, para pedirle una casa propia para la fundación.

“El fin de ese espacio era que mujeres que no tienen dónde ir cuando salen presas tengan una estadía en la casa mientras les hacen un seguimiento psicológico, social e intentan integrarlas socialmente consiguiéndoles trabajo o ayudándolas a terminar sus estudios. El 5 de noviembre del mismo año, la presidenta facilitó la compra de la casa de acogida”, indica.

“Todo se dio muy rápido. La espiritualidad de este proyecto está concentrada en la Congregación del Buen Pastor que es inspirada en la frase de mi fundadora, Santa María Eufrasia: ‘Una persona vale más que un mundo’”, agrega.

Así pasa sus días la hermana Nelly, dedicando su trabajo pastoral a con estas mujeres, acompañándolas cuando acuden a misa en la capilla interna y escuchando los problemas personales.

“Intento ser un aporte en todos los aspectos posibles: ayudando concretamente, escuchando, organizando personas que sean una red de apoyo para las internas. Y creo que lo he logrado”, subraya Nelly




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